26 jun 2010

Comienzos. Porqué.

Hoy esperé en vano la promesa de las nubes espesas del día.
 
La lluvia tiene, para mi, una magia especial. Me lleva a momentos del pasado caprichosamente. Recuerdo el aroma de las masas que mamá hacía con la excusa de aprovechar el calor para entibiar la casa. Recuerdo el sonido de las gotas sobre el techo de zinc que parecían suaves aplausos inaugurando la tormenta. Recuerdo mi cama tibia de la que no quería salir porque hacía frío afuera. Y recuerdo esas largas largas horas donde el tiempo se detenía para que se fijaran en mi corazón esos años.

No hay caso. Me gusta el sol si hay brisas. Me gusta la lluvia si puedo mirarla desde un lugar seco y acogedor. Me gusta el frío detrás de una ventana. Me gusta el sol si me refugio en la sombra. Los grandes placeres moderados por sus opuestos, en un equilibrado punto medio tan difícil de encontrar a veces.

Eso es esto. Opuestos. Escribiendo para todos, y tal vez nadie lo lea. Ganas del amigo que trasciende tiempo y espacio, como cuando a los 17 años esbocé una colección de ensayos que osé titular "Margaritas a tus pies". Explicándome, en un arranque de ensueño, agregaba: "Que mis palabras lleguen a tu alma como gotas de rocío a la tierra sedienta para que juntas, ella y tu, hagan a la margarita que abrazan las almas gemelas".

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alguien lee..